Su crisis, nuestras alternativas
Víctimas y verdugos
Hay muchos tipos de crisis (considerada como un conjunto de cambios, en una realidad inestable pero organizada), pero en general suponen un cambio importante en el desarrollo de procesos físicos, históricos o morales. Actualmente, y desde hace mucho tiempo, nuestra sociedad está en crisis, pero no solo a nivel económico y político, sino también a nivel ético. Pese a que se nos intente “vender” que socialmente se fomentan ciertos valores, la realidad es otra. En el día a día, desde las instituciones, medios de comunicación, centros educativos… se desprecian valores como la solidaridad (una verdadera solidaridad, no la de boquilla), y se fomenta el egoísmo, la competitividad (no como superación de uno mismo, sino como pura competencia), la violencia como respuesta a las frustraciones…
La solución pasa por el cambio, pero no sólo de lo político, sino de nosotros mismos, los humanos que formamos parte de la sociedad y la consentimos.
Que el sistema, la forma de entender la política y la participación ciudadana han de cambiar es obvio. Debemos exigir que las cosas cambien, y mucho, de raíz, pero para ello nosotros/as también tenemos que cambiar.
No solo deberíamos ser solidarios/as cuando algo nos puede afectar directamente o la persona perjudicada es cercana a nosotros/as, o cuando no nos supone un sacrificio, sino que deberíamos actuar ante cualquier injusticia, sin importar quién sea la víctima.
Las crisis económicas las suelen sufrir con mayor intensidad y virulencia los más débiles, y socialmente hablando, los menos considerados son los animales no humanos, y no sólo en nuestra sociedad ni en este tiempo.
Todos somos obra y parte de esa crisis constante, de ese holocausto en tierra, mar y aire al que sometemos a nuestros compañeros de planeta.
Los animales no humanos, individuos que, como nosotros tienen capacidad de sentir, intereses, personalidad, fobias, manías y gustos…, han sido y son considerados cosas, recursos y propiedades humanas. Se les ha despojado de su personalidad e individualidad, para crear una barrera -más bien un abismo- entre la personas humanas y las no humanas, porque desde nuestra infancia nos educan a crear un distanciamiento emocional, para evitar ser conscientes de que, por nuestra demanda, son esclavizadas, masacradas, violadas, encarceladas… miles de millones de personas que, como nosotros/as, sólo quieren vivir y disfrutar de sus vidas en libertad.
Tristemente esta “crisis” que por falta de ética padecen otras personas no es algo cíclico como en economía, sino que existe desde hace milenios, desde el origen del especismo (discriminación por la especie), racismo, sexismo… desde que los humanos quisimos dominar a otros (humanos o no) para nuestro beneficio. Es una crisis que sólo puede terminar con el cambio de cada uno y cada una. Los gobiernos y los poderes económicos tienen un papel importante que podemos exigirle – el de dejar de fomentar esa discriminación – pero somos cada uno/a de nosotros/as los que lo estamos consintiendo, dándole vida y realmente ocasionando la injusticia. Debemos dejar de ser verdugos de otras víctimas, y dejar de pedir a otros que perjudiquen a otras personas en nuestro nombre (matarifes, pescadores, pastores, apicultores, etc), y dar el paso que exigimos a quienes criticamos. Solo nuestro cambio, nuestra revolución personal puede conseguir el fin de esta injusticia que durante milenios ha afectado y afecta a cientos de miles de millones de personas cada año. La solución está en nuestras manos, dejando de ser especistas, siendo veganos/as. No siendo partícipes de esta tremenda injusticia que existe por y para nosotros/as.
De las crisis, como de los errores, se pueden aprender cosas positivas para mejorar e intentar que no se repitan. Y ya que crisis es también un juicio que se hace de algo después de haberlo examinado cuidadosamente, esperamos que por empatía, por solidaridad, y por justicia rompamos nuestras cadenas patriarcales, heterosexistas, etnicistas y especistas y actuemos con la ética y coherencia que pedimos a otros.
Cárol Pino Zanza
Activista de la ONG DefensAnimal.org